Con las manos en los bolsillos de su campera de nylon violeta, Néstor Mielniczuk camina hasta la playa frente a Isla Gorriti y mira hacia el mar. Cerca de la costa está anclada una patrullera de la marina.
El viento frontal -o su memoria- le humedecen los ojos. Tiene hoy 59 años. Es el único sobreviviente de una tragedia naval ocurrida hace casi cuatro décadas, cuando era un guardiamarina recién recibido.
A pocos días del drama del "Valiente", aceptó recordar...

Yo me había recibido de guardiamarina en 1961.
Siempre me había gustado la Marina, aunque no tenía parientes ni conocidos en la Armada. 
Quizás fuera por aquellas películas de guerra que había visto desde niño.
Entré a la Escuela Naval en el 57.  Al principio no me iba a presentar al concurso de admisión porque creía que estaba muy flojo en matemáticas.
Mi padre, Nicky, era cervecero. Tenía un negocio en la calle Rivera, frente a donde hoy está el Planetario.  Fue un amigo suyo, un viejo coronel del Ejército, de apellido Silva, el que me preparó en pocos meses.
Obtuve la primera beca, saqué 12,41 sobre 12,50, una de las notas más altas en toda la historia...

La realidad de la Armada uruguaya era muy diferente a la que Mielniczuk había soñado al mirar a Glen Ford o Tyrone Power sobre los destructores norteamericanos que perseguían submarinos nazis. No le gustó ser una parte del engranaje en la estructura militar. Sentía limitadas sus ansias de aventura, su autonomía de vuelo...

La aviación de la Armada era lo único que me permitía entonces, siendo tan joven, tener una máquina a mi disposición.  Por eso fui el único de una promoción de quince oficiales que optó por la aeronáutica naval. Llegué a la base de El Sauce el 22 de enero de 62.  En marzo inicié los cursos, con los limitados medios que entonces había.  La base, tenía sólo tres pistas. Una de ellas muy corta, la 13-31, que tenía mucha piedra suelta.  La Escuela estaba en el viejo edificio donde hasta hace poco funcionó el aeropuerto de El Sauce.  En la base éramos muy pocos. Estaba el director, tres oficiales instructores y sólo cuatro alumnos, con un total de seis mecánicos para hacer el mantenimiento de línea... 
Teníamos lo que en la Marina llamábamos los "SNJ", que para la Fuerza Aérea eran los "Texan" AT-6, aviones norteamericanos de los años 43 o 44. que habían venido por un Plan de Ayuda Mutuo. Eran monomotores biplazas convencionales de entrenamiento.  Aviones que fueron utilizados en muchas películas simulando ser los "Zero" japoneses, a los que eran muy parecidos.  Teníamos entre 4 y 5 naves en condiciones de volar.  Los elementos de comunicaciones eran precarios, unos equipos VHF RC1 que medían 50 centímetros de profundidad y pesaban 20 kilos.  La ayuda de navegación era el viejo radiofaro de la base o guiarse por la antena de Radio Maldonado para calcular la entrada a la pista...  Tampoco teníamos los medios que hay ahora para detectar fallas...

Aquel 15 de noviembre de 1963 se celebraba otro aniversario del Día de la Armada Nacional. La Aviación Naval era la vedette del festejo. Mielniczuk fue integrado a una escuadrilla de cuatro aviones. Lo llevaban en su condición de alumno avanzado, para enseñarle acciones de formación en el aire. Su compañero de vuelo, sería el propio Director de la Escuela, Capitán de Corbeta Mayo Villagrán, que ocupó el lugar de un instructor que fue licenciado porque ese día su mujer estaba dando al mundo una nueva vida...

Ese día hubo una serie de incidentes.  Además de que el Director decidió volar en lugar de otro instructor, se sumó que en los pizarrones estuviera previsto que fuéramos en la unidad 251, pero Villagrán pidió cambiar con los del 254, que era el avión que él siempre volaba. 
Generalmente el instructor va en la plaza trasera y el a1umno en la delantera, pero también cambiamos posiciones.
Yo tenía una rara sensación desde hacía días, realmente presentía que algo iba a pasar...

Decolaron a las 11:00 AM y estaba prevista la primera "pasada" por Montevideo a las 12:00 en punto. Además de la escuadrilla, participarían de la maniobra dos cargueros livianos C-45, un helicóptero -que ya estaba en la capital- y un hidroavión gigantesco, PBM -que acuatizaba en la propia laguna de El Sauce-. que era el que encabezaba la formación.

Nivelamos, ya casi formados, en Piriápolis, a unos 1.800 pies. En ese momento, Villagrán me da el control del avión para ordenar unas cartas de navegación. Me dijo que mantuviera el rumbo directo hacia Montevideo... Estuve a punto de decirle de recostarnos un poco más hacia la costa. Pero me callé. -Qué le va a estar diciendo un "panza" al Director, pensé. Le dije -Lo tengo, y quedé piloteando. En el momento en que sobrevolábamos unas pipas rocosas que hay frente a Jaureguiberry, en ese preciso momento, el avión comenzó a temblar en una forma impresionante...

El avión estaba equipado con paracaídas de asiento. Debajo llevaban un chaleco salvavidas inflable con porrones de CO2, señales de humo, manchas colorantes fosforescentes para el agua. En la cabeza un casco con visor...

Cuando comenzó el temblor, tomé el bastón de control... Era tal el movimiento que era imposible controlarlo...
El avión comenzó a caer en picada... Villagrán giró la cabeza y me miró: -¡Salte, salte!, me dijo...
No olvido que hasta en ese momento tuvo el gesto de salvarme a mí... El avión se estaba desarmando... Hoy pienso que lo único que pudo ocurrir para que temblara de esa forma era que se hubiera partido una pala de la hélice... En esa situación, corro la cabina hacia adelante, suelto las correas del asiento, me paro en el asiento para tirarme, pero el mismo viento me impedía salir...

  Cuando salto, estábamos a lo sumo a unos 1.200 pies, unos 300 metros, ya en una situación límite para abrir aquellos viejos paracaídas...
Me acuerdo de la cara de asombro de Cabalieri, el oficial de otro avión, que cuando pasa junto a nosotros me miró... Luego me contaría que había empezado a desprenderse el fuselaje de la cola, y que el avión ya se había incendiado...

Los instantes siguientes le resultaron eternos. Olvidó bajar la visera del casco y la caída libre lo cegó totalmente. Mielniczuk nunca había saltado en paracaídas. No se contaba con elementos para realizar ese entrenamiento. Era su primera vez. Las instrucciones teóricas pasaron en milésimas de segundo por su cabeza. Intentó buscar la hebilla del paracaídas que el aire había corrido casi hasta su hombro. Cuando la encontró, tiró. El paracaídas tardó poco más de un segundo en abrirse...

La caída en paracaídas es una de las sensaciones más sublimes que se pueden experimentar.
Caer lentamente, resistiendo la gravedad. Perder la sensación de sonido... Jamás olvidaré lo que sentí en esos instantes...
A mi costado pude ver el paracaídas de Villagrán que también se había abierto, y en la misma línea seguí la caída del avión que caía en el mar y explotaba....
Me dije: -Estamos hechos... estamos salvados...
 

Mielniczuk no tuvo mucho tiempo de "disfrutar" aquella primera experiencia. Unos diez o quince segundos más tarde, mientras miraba a su instructor, chocó sorpresivamente contra el agua. No tuvo tiempo de sacarse el paracaídas, que el viento infló como una vela. Fue arrastrado boca abajo...

Comencé a tragar agua, y cada vez que intentaba encontrar aire, más me ahogaba... Me dije: -Me muero... Entonces, me entró una sensación de paz absoluta... Alguna vez, otra gente que ha vivido situaciones similares me comentó haber sentido lo mismo... Increíblemente es hasta un goce...
En ese momento, vino a mi mente la imagen de mi vieja llorando... y me dije: -¡Qué cagada si me muero, cómo va a sufrir la vieja!

Las instrucciones que le habían dado para caídas en el mar, subrayaban que no debía inflarse el chaleco salvavidas antes de quitarse las correas del paracaídas. Mielniczuk tiró de las válvulas del CO2. El salvavidas amarillo lo subió de inmediato a la superficie. Pudo tomar aire y logró desabrocharse uno de los ganchos del paracaídas. El propio viento le terminó de arrancar el resto de las correas...
El mar estaba picado. Había un viento de unos 15 nudos y olas de dos metros. La temperatura del agua se situaba en los doce grados...

En ese momento me di cuenta que estaba solo. El Cerro de Las Animas y Piriápolis se veían como puntitos en el horizonte. En esa situación es imposible tratar de nadar. Sólo podía esperar que me rescataran.
No supe más de Villagrán, el paracaídas me alejó y no volví a verlo. Él tenía una teoría de cómo caer al agua en una emergencia. Decía que había que desabrocharse el paracaídas a unos ocho metros, cuando se produce un efecto visual por el que todas las cosas parecen agrandarse. Supongo que se lo quitó más alto, no sé... Nunca más apareció el cuerpo...
En esa época Villagrán tenía 37 años... Cuando pienso en todo lo que yo he vivido desde que tuve esa edad hasta ahora... me parece algo tremendo...

Los aviones de la propia escuadrilla comenzaron a pasar sobre la zona del siniestro. Mielniczuk abrió una de las manchas colorantes y fue rápidamente localizado. El accidente se produjo a las 11:05 am, a sólo cinco minutos de despegar. Esperó poco más de una hora y media, hasta que vio como, en sentido contrario del viento, amerizaba el hidroavión naval, acompañando las olas como surfista.
Una vez más, el guardiamarina se sintió salvado...

 

No sentí que pasara demasiado tiempo. Sabía que tenía que aguantar. Hacer la plancha, mover las manos, mantener el cuerpo en actividad.
El hidroavión acuatizó a unos cuatrocientos metros y comenzó a hacer una maniobra en reversa para acercarse y evitar que me tocaran sus hélices... Pero en ese momento veo que en línea perpendicular aparece un helicóptero que recala hacia mí. Pensé que era nuestro helicóptero, pero era uno idéntico a los de la Fuerza Aérea...

La unidad de la FAU que había ido al rescate llegó hasta la posición del náufrago. Comenzó a hacer vuelo estacionario, forzando la potencia de la máquina.
Le tiraron una balsa individual inflable, pero, el propio viento de las hélices la alejó. Intentaron darle un cabo para elevarlo, pero, como no lograba alcanzarlo, empezaron a bajar más. Mielniczuk prácticamente tenía encima los patines del helicóptero, trató de hacerles señas de que se elevaran, al ver como una ola se elevaba. El agua impactó contra la aeronave, que cayó golpeando la cabeza del guardiamarina que se había sacado el casco. Ambos se hundieron...

Probablemente si no cae encima mío, me hubiera decapitado con las aspas.  Cuando quedé abajo del agua sentía el ruido de las palas... Era aterrador aquel 'cha-cha-cha-cha'.  El propio salvavidas me sacó de nuevo a la superficie...  En el mar flotaban los pedazos de las palas, que no eran de metal... A unos tres metros vi como el helicóptero se hundía de costado... Los dos pilotos salían por el otro lado... Quedaron flotando a unos metros... No tenían salvavidas... Utilizaban unos sacones gris pizarra... Entraron en pánico...
Los dos aviadores gritaban para que los ayudaran desde el hidroavión que ya estaba a unos ciento cincuenta metros. Uno de ellos se hundió de inmediato, el otro no logró aguantar lo suficiente para que lo alcanzara uno de los hombres rana que se lanzó desde la unidad naval. Ambos murieron.
A mí me agarró el 'gordo' José María Pereyra, que me subió a una balsa. De ahí en más hice crisis. Había tragado mucha agua. Entré en shock.
El hidroavión siguió intentando encontrar a los dos pilotos. Dicen que yo ya estaba en un temblor. Dos veces intentaron correr para despegar, pero el mar ya se había picado demasiado. Optaron por tomar rumbo directo a tierra y enterraron el hidroavión en la arena, sobre la playa...
Recuerdo que cuando me sacaron, sentí vergüenza. Me habían quitado la ropa mojada y estaba en calzoncillos, cuando me subieron a una ambulancia rodeada por cientos de personas que miraban lo que pasó desde la costa...

Mielniczuk tuvo que responder esa misma noche al interrogatorio del sumario que la Armada abrió por el accidente. Otro tanto debió enfrentar en la instancia similar instituida en la Fuerza Aérea. También tuvo que comparecer ante el Juzgado Penal de Pando, como único testigo directo de lo ocurrido.

No todos tuvieron entonces ni después una misma óptica sobre lo que sucedió aquel mediodía. La tragedia de 1962 fue argumento de ambas partes en un histórico pleito entre la Fuerza Aérea y la Marina por la posesión de las bases aéreas y las aeronaves, que hasta la fecha les ha impedido coordinar acciones conjuntas de rescate. Néstor Mielniczuk continuó en la Armada hasta 1980, cuando se retiró con el grado de capitán de Navío. La Escuela de Aviación Naval lleva hoy el nombre del Capitán de Corbeta Mayo Villagrán.

Publicado en Primera Plana circa 2000
Copia de la publicación original del archivo personal de Emilio Sanni
Se agradece información sobre el autor del artículo


Perfil de A-254 por Cerovaz
Edición web por Pilotoviejo


Ver "Tragedia en el mar", redactado por Pilotoviejo sobre la base del relato de los hechos del Capitán de Fragata (CG) Luis N. Rivero, comandante del A-811 Martin PBM-5 Mariner que amerizó y rescató a Mielniczuk. 

 
Nota de Pilotoviejo:

El helicóptero de la Fuerza Aérea Uruguaya accidentado al intentar rescatar a Mielniczuk era un Bell H-13 Sioux matrícula FAU 001, y sus tripulantes fallecidos eran el Mayor (PAM) Juan A. Dobrich y el Capitán (PAM) Luis E. Duarte.

Documento final de la investigación realizada por la FAU sobre este accidente, también del archivo personal de Emilio Sanni:

ACCIDENTE MAYOR
El helicóptero abandonó el Aer. "Cap. Boiso Lanza" a la hora 11:00 con destino a Carrasco, con la misión de participar en una reunión preparatoria de un desfile conmemorativo.
Por supuesto no iba equipado con los accesorios necesarios para volar sobre el mar (flotadores) ni para efectuar rescates (linga con arnés). En el ínterin que llegaba el helicóptero a Base 1 en Carrasco y se estacionaba, la torre de control tomó conocimiento de que un avión naval se habia precipitado al mar a unas 5 millas al sur oeste del balneario Jaureguiberry.
Tal hecho ocurrió a las 11:07 local. Por vía oficiosa se logró poner en conocimiento de los tripulantes del helicóptero la emergencia, ya que la torre no pudo establecer contacto directo con los mismos. Los pilotos actuaron entonces en forma rápida. Mientras uno hacia completar el combustible, el otro corrió hacia la sección encargada de los implementos de salvataje de la Base 1, pidiendo un bote de goma, no solicitando en cambio salvavidas individuales, debido al apresuramiento, y cometiendo con ello una grave omisión. A continuacion el helicóptero decoló, siendo las 11:20, hacia el lugar del accidente. Paralelamente se disponía de Base 1 la salida de un C-47 a fin de llevar botes de auxilio, y desde "Boiso Lanza" la de un Piper con la misma finalidad.
Al llegar al lugar del accidente los tripulantes del helicóptero pudieron ubicar a un aviador naval que se encontraba flotando y había encendido una bengala. Una vez sobre el mismo, el helicóptero se estacionó a una altura de 4 metros aproximadamente, y comenzó a bajar un bote inflándose.
Dicho bote cayó al agua dado vuelta. Posiblemente debido a ello fueron infructuosos los esfuerzos del naufrago por invertirlo y subirse a él.
En determinado momento, quizás debido a la resistencia ofrecida por el bote y al fuerte viento, fue soltado y se alejó. Se intentó entonces alcanzar una cuerda al aviador accidentado, pero la primera parte de la misma se desprendió, quizás por pensar los pilotos que las cuerdas estaban unidas, cuando en realidad eran dos. Por tal razón el helicóptero debió descender a aproximadamente dos metros sobre el agua, altura peligrosa debido al estado del mar y el fuerte viento, a fin de que el aviador naval se asiera a la parte de la cuerda que les quedaba, que tenía una longitud aproximada de 2 a 3 metros. Simultáneamente al momento en que el helicóptero trataba de auxiliar al accidentado, un hidro que había acuatizado en las proximidades se acercaba al lugar, y desde el C-47 antes mencionado se arrojaban dos botes de goma, los cuales no pudieron ser utilizados debido al estado del mar. En este preciso momento una ola grande tocó el rotor de cola, inutilizándolo, ante lo cual el aparato quedó sin control, se elevó algo y girando sobre sí mismo 180° se hundió con una inclinación de 45 grados. Antes que desapareciera por completo sus tripulantes pudieron abandonarlo y se mantuvieron a flote. Este accidente, de acuerdo a la grabación que posee Carrasco, se produjo a las 11:46, hora en que se recibió la comunicación por parte de uno de los aviones que sobrevolaba la zona.
El hidro pudo finalmente rescatar al aviador naval, no así a los infortunados pilotos del helicóptero, quienes tras luchar algún rato contra las aguas embravecidas desaparecieron en las mismas. Desde el hidroavión acuatizado se pudo contemplar durante algunos momentos la agonía de uno de los pilotos, pero no se pudo hacer nada por rescatarlo, ya que el estado del mar impedía la realización de las acciones rápidas y precisas que hubieran sido menester, y así mientras se rescataba al primer accidentado, los tripulantes del helicóptero perecieron ahogados. Del lado derecho del hidroavión, por donde desapareció uno de los pilotos, se vieron ropas de color azul flotando en las aguas, un pantalón, camisa y chaquetón, lo que indica que uno de los aviadores o los dos se quitaron las ropas para nadar con más facilidad; pero es de destacar que efectuar esta operación en el mar provoca un desgaste enorme de energía, acentuándose ello por la falta de entrenamiento, lo que habría producido un agotamiento total. El hidro permaneció en el lugar prolongando la búsqueda por una hora, pero no observó nada más, teniendo la seguridad de que ambos pilotos perecieron ahogados . Ninguno de los dos cuerpos pudo ser encontrado nunca.

INVESTIGACION
De la Investigación realizada surgieron una serie de discrepancias sobre los procedimientos seguidos en este caso por la tripulación del aparato accidentado.

1) No se comunica al Director General de Talleres, Almacenes y Servicios, aunque fuera en forma telefónica, que se iba a salir en misión de rescate. De haberlo hecho, el citado Sr. Director hubiera frenado los impulsos de los tripulantes, tratando que el helicóptero saliera con los equipos necesarios para emergencias.

2) Se provee apresuradamente de un bote salvavidas y cuerdas (de un largo inadecuado), no solicitando salvavidas individuales para la tripulación, implemento necesario para un rescate sobre agua.


3) El helicóptero no estaba momentáneamente equipado con flotadores, también exigencia imprescindible para rescates en el mar.

4) A pesar de que el helicóptero contaba con equipo de comunicaciones, no entró en enlace ni con la torre de control Carrasco ni con el hidro que se encontraba en la zona. Este problema se agravó por las condiciones precarias en que se encontraban los equipos de Carrasco. Además la Torre de "Boiso Lanza” no funcionaba por estar en reparaciones.

5) De acuerdo a una publicación aparecida en la "Revista Fuerza Aérea”, órgano oficial de la Fuerza Aérea Uruguaya correspondiente al mes de Octubre de 1963 , pág. 13: “En ningún momento se puede considerar capaz de efectuar rescate en el agua, solo en especialísimas condiciones en las que se pueda amerizar. El dispositivo de rescate en el agua ha sido confeccionado en este Agrupamiento y su aplicación solo puede ser con personal a rescatar que haya recibido una instrucción especial que les permita colaborar y que se encuentre en condiciones normales, de lo que se deduce la gran mayoría de los rescates en ese medio fracasarían, siendo por otra parte el que con más frecuencia se puede presentar."
Esto agravado por no estar el helicóptero equipado totalmente para el rescate, no fue escollo para que ambos pilotos, en gesto heroico, desinteresado y humano, trataron de cumplir con su noble misión exponiendo sus vidas.

6) Luego de producida la sucesión de hechos relatada (pérdida del bote, descenso hasta 2 metros sobre el nivel de las aguas, etc.), el helicóptero tocó con el rotor de cola, perdiendo control y hundiéndose en el agua. Estas maniobras apresuradas eran casi innecesarias por lo siguiente:

a) El aviador naval se encontraba en buenas condiciones físicas y con salvavidas puesto, permaneciendo a flote sin mayor esfuerzo.
b) El hidro de la marina ya había acuatizado y se dirigía hacia el aviador accidentado, encontrándose a una distancia aproximada de setenta a cien metros, lo que traducido en tiempo que le insumiría el rescate, no sobrepasaría los seis o siete minutos.
c) La serie de maniobras fallidas intentadas por el helicóptero pudieron agotar al náufrago, unido al peligro de la cercanía del aparato cobre su cabeza.
d) La maniobra que debió realizar la tripulación del helicóptero al llegar al lugar y encontrar al náufrago en buen estado, observando asimismo la proximidad del hidroavión que se aproximaba al rescate, fue la de mantenerse a una altura prudencial dando apoyo moral al accidentado y haciéndole notar la cercanía del auxilio.

7) Una vez producido el accidente del helicóptero, el hidroavión llegó al lugar y pudo rescatar al aviador naval, claramente identificarle por tener puesto un salvavidas amarillo. A unos veinte metros se pudo observar a un náufrago del helicóptero que arrojaba agua por la boca y desapareció de la superficie. Vanos fueron los esfuerzos de búsqueda del hidro y los aviones qu e sobrevolaban la zona . Después de una hora se abandona la búsqueda por parte del hidro ante el aumento del viento y el oleaje, que ponían en peligro la estabilidad del aparato, dirigiéndose entonces hacia la playa por estar impedidos de decolar debido a las condiciones extremadamente adversas del tiempo.

CONSTATACIONES FINALES

a) El capitán al mando del helicóptero poseía vasta experiencia en dicho aparato, ya que contaba 584 horas de vuelo en el mismo.
b) El accidente no se debió a fallas del material, sino a causa de haber tocado el helicóptero con el rotor de cola en el agua.
c) Ambos pilotos perecieron en acto de servicio, no siendo encontrados sus cuerpos a pesar de que la búsqueda continuó.
d) El Helicóptero se perdió totalmente, no siendo posible rescatarlo del mar.
e) El accidente no provocó daños materiales a terceros.