La Vera Historia de la Vaca Azul
Este es un viejo cuento acaecido hace muchísimos años y que en realidad no se puede establecer si se trata de una fábula o si ocurrió alguna vez realmente, por ese motivo es conocido de diversas formas, en distintos lugares y con diferentes protagonistas, pero en todas las versiones se mantiene un hilo conductor y un colorido final similares. En los comienzos de los tiempos heroicos de la aviación, allá por el año 1925, en San José; que fue una de las primeras ciudades de nuestro país que fundó su propio aeroclub; aconteció que un día apareció en su cielo un avión Curtiss, piloteado por un “gringo”, quien era a la vez representante de la firma para aviones de uso civil. El descampado que se usaba como “campo de aviación “, estaba como todos los días, lleno de ganado vacuno pastando mansamente, sin preocuparse ante ninguna de las vanalidades del mundo que se modernizaba y ajenos por completo al engendro mecánico que se le acercaba. El piloto logró aterrizar perfectamente, pero en el recorrido de la carrera posterior, no pudo evitar que una de las alas de su avión golpeara fuertemente a una pobre vaca; que curiosa e inadvertida observaba de cerca al aeroplano; dejándola muy mal parada o peor aun, totalmente acostada. Los curiosos y los integrantes del aeroclub que aguardaban para recibir al aviador extranjero, nada pudieron hacer para evitar el fatal accidente (para la vaca, por supuesto). Muy afligido, por el insuceso, descendió el piloto de su aeronave, la que a su vez también, había resultado algo averiada, pero pese a todo, su preocupación mayor era la de tratar de compensar al propietario del animal y a viva voz contemplando aquel desastre exclamaba una y otra vez.
Indudablemente, el hombre tenía tan entreverado el poco conocimiento del idioma español, como el del pelaje de los animales. Como no le fue aceptado ningún dinero; era la dorada época de las vacas gordas; “el inglés “ invitó a todos los presentes a la cantina del aeroclub a tomar unas copas como compensación por los daños ocasionados a aquella... “ VACA AZUL “. Fue una libación que hizo época y en memoria a ella, luego, siempre que se invitaba a alguien en el aeroclub a beber a sus costas, se mencionaba que debería pagar una “vaca azul”, buena costumbre que se fue generalizando en el ambiente aeronáutico. Este era un ritual que se cumplía en la primera Escuela de Aviación; cuando aun estaba ubicada en el campo del Camino Mendoza; allí se realizaba un pequeño ágape en el que las bebidas eran pagadas por cuenta del alumno que había realizado su primer vuelo “solo” o por el piloto que hubiere sido responsable de haber realizado algún desacierto aeronáutico. Andando los años esta costumbre sufrió algunas modificaciones, pero siempre manteniendo el mismo espíritu, y en los primeros años de la década del ‘80, era normal entre los pilotos de los Grupos de Transporte de la Brigada Aérea 1, que quien tuviera algún accidente, incidente o emergencia aeronáutica, luego de solucionado, se comieran entre todos un cordero ensillado, pagado por la tripulación involucrada. En una ocasión, cuando un Bandeirante sobrevolaba el aeropuerto de Carrasco, con problemas en su tren de aterrizaje ya que no lo podían bajar. En la pista, los equipos de socorro aguardaban y simultáneamente el Comandante del vuelo intercambiaba indicaciones técnicas con los ingenieros por la radio, tratando de solucionar la falla, súbitamente, durante ese dramático momento fue cuando, ocurrió que alguien intercaló un mensaje urgente que decía.
Eduardo Aguirre (Capítulo 7 de su libro Historias por el aire) |