Prólogo
Es una tragedia de muchos militares,
los pilotos entre ellos, no realizarse nunca
profesionalmente. Somos muchos los que pasamos la vida
entrenando para una misión de guerra que nunca llega
(felizmente, aunque sea una paradoja). En especial los
cazadores, que intuimos la gloria en cada vuelo
preparándonos e imaginando el momento sublime en que se
podrá emplear, en el combate real, todo el conocimiento
y las habilidades adquiridas. Pero de pronto nos damos
cuenta que ya nos comienza a blanquear y caer el pelo, y
que nuestra hora pasó, sin que tuviéramos la oportunidad
de saber si dábamos la talla, o no, como guerreros.
No es el caso de Julio Aparicio y el
de los pilotos y del personal del Escuadrón Aéreo No.5.
Ellos sí que se realizan profesionalmente. Ellos sí
devuelven continuamente todo lo que la sociedad paga por
su existencia, y lo hacen con creces, en misiones
reales.
Nada me quitará nunca el orgullo del
piloto de caza y menos el de haber pertenecido al Grupo
2, pero mi arrogancia desaparece cuando pienso en la
tarea concreta y verdadera que ha realizado y está
realizando el Escuadrón Aéreo No.5 Helicópteros.
Dejemos de lado el honor con que el
Escuadrón Aéreo No.5 está llevando la bandera uruguaya a
recorrer el mundo.
Dejemos de lado la inmensa gratitud de todos esas
personas que ellos han ayudado y muy probablemente
salvado la vida.
Personalmente me quedo con la emoción que me llena el
pecho cuando me entero del trabajo/hazaña que realizan,
porque de alguna misteriosa manera emparentada con la
camaradería, siento que yo también estoy allí, y que
participo en cada misión de vuelo.
Mil gracias a Julio Aparicio, a sus
pilotos y a su personal, por permitirme tener ese
sentimiento. Gracias camaradas por llevarme a volar en
sus helicópteros, hombro con hombro con ustedes.
Pilotoviejo, mayo de 2010
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MEMORIAS DE MISIONES DE PAZ EN LAS
NACIONES UNIDAS
Hace mucho tiempo empecé a escribir esta
anécdota…pero la actividad diaria hizo que quedara archivada en
el cajón del escritorio de algún destino y luego se esfumó en el
tiempo.
Hoy estoy de nuevo donde nunca creí volver a
estar.
2003
El año 2003 marcó mi vida al tener la
increíble oportunidad de comandar un grupo de uruguayos con el
primer Contingente de la FAU en Naciones Unidas en el Estado de
Eritrea, en Africa (URUMEE I). Y mi despedida de allí en el 2004 creyó ser para
siempre.
2008
Estoy nuevamente en África, pero esta vez en
Etiopía. Aún están los mismos Bell-212 que trajimos dentro de un
C-130 de la FAU, pero para ellos parece no haber pasado el
tiempo, se ven tan esplendidos como siempre.
La misión sigue siendo la misma, pero esta
vez se ha agravado por la testarudez de Eritrea de no dialogar
más. Poco a poco fue obligando a las Fuerzas de ONU a retirarse
de su país y casi no queda nadie. Los pocos cascos azules que
allí estaban, o se fueron a sus respectivos países o bien se
pasaron a Etiopía, el otro país beligerante.
Pero para los helicópteros uruguayos, la
misión no cambió. Evacuaciones médicas durante la noche con
dispositivos de visión nocturna (NVG). Una misión que tiene el
sabor especial de saber que al apagar motores se salvó una
vida….o tres. Este tipo de vuelo hace pensar diferente al piloto
que se enfrenta a un
Charlie Bravo,
o a una cadena de montañas cubiertas por techos de nubes bajos.
El pasajero necesita atención medica… ¿vuelvo o sigo adelante?
La geografía de Eritrea-Etiopía es
interesante. Montañas de 10.000 pies, polvoriento, temperaturas
de más de 40 grados, estaciones de violentas lluvias. Nuestros
helicópteros FAU 030 y 031 acostumbrados a las bajas
temperaturas antárticas parecían decir… ¿que es esto? Pero aun
están aquí y ya son parte del paisaje. El inconfundible zumbido
de sus
PT6T3-B ya no asusta a los habitantes locales.
Sentado ahora en la misma silla que tenía en
el 2003, recuerdo aquella primera
MEDEVAC
nocturna que cumplimos. Recién llegados, a prueba, teníamos el
morboso deseo de realizar una MEDEVAC con visores nocturnos.
Hacia 2 meses que estábamos aquí y sólo habíamos realizado
vuelos de entrenamiento y una evacuación diurna. Pero nos
sentábamos de noche con el “Handy” en la mano esperando la
deseada llamada: -¡¡MEDEVAC, MEDEVAC, MEDEVAC!!

Esa noche llovía y nos dedicábamos a mirar
una película en video cassette.
Por el rabillo del ojo miraba hacia fuera y
me decía -hoy tampoco "va a ser”.
Pero obedeciendo a la ley de Murphy,
"fue". Del “handy” explotó el llamado solicitando
nuestra presencia. La adrenalina me nubló el cerebro. Y
repitiendo el procedimiento tan practicado me fui rápidamente al
“Green Building”, sobrenombre del Cuartel General de Naciones
Unidas en Eritrea, debido al color del edificio.
Reaccioné cuando tuve que poner los
limpiaparabrisas de la camioneta: seguía lloviendo.
-Es lógico, es la temporada de
lluvia”, contesté ante una pregunta suelta dentro
de la camioneta.
Luego de tomar el ascensor y dejar que la
tripulación siguiera hacia el aeropuerto, ingresó en el JOC (Join
Operation Center) donde se procesan estas cosas. El Cap.
Beniscelli estaba allí en plena acción. Todo el mundo hablaba,
papeles que se pasaban de mano en mano, teléfonos que sonaban y
otros que llamaban por radio a quién sabe quién.
Mi ingreso pasó desapercibido, y me dirigí a
la única cara conocida que había.
-Que hay?...
Le pregunté al BAGRE (seudónimo de combate de Beniscelli).
-Un caso de apendicitis en
Barentu pero hay un helicóptero ruso MI-8 allí,. Lo traen ellos…,
fue su respuesta.
Ya despreocupado por la lluvia, me quede a
observar el procedimiento. El edificio normalmente estaba vacío
a esa hora de la noche, pero en ese momento la actividad era
intensa dentro de esa oficina.
Intenté ver los reportes de meteorología,
pero las 90 millas que nos separaban del “Team Site” no tenían
nada en medio que nos avisara como estaba la ruta. Además, el
servicio meteorológico en Eritrea es muy precario, por no decir
inexistente. Pero como no tendría que volar…esta vez no me
importaba...
Súbitamente un funcionario civil de
Operaciones Aéreas, General retirado de la Fuerza Aérea de
Jordania con experiencia en combate, me preguntó:
-¿ustedes pueden volar?
Un acto reflejo me hizo contestar que sí.
-Porque los rusos se niegan a
volar por la meteo.
Recién ahí me di cuenta en lo que me había
metido.
-Preparen todo que van ustedes,
fue su decisión.
El aviso por radio que envié al aeropuerto
recibió por respuesta: -jefe, sigue
lloviendo....
Cuando llamé al ascensor para bajar del
edificio, el mismo funcionario jordano me tomó del brazo y me
volvió a preguntar:
-¿seguro que pueden ir? Recuerde
que la seguridad de vuelo no se negocia.
Era mi última oportunidad, pero me limité a
contestar: -OK.
-Bien. No pueden recargar
combustible. Levantan al paciente y vuelven de inmediato.
El vuelo era de 2 horas y nuestra autonomía
de 2 y media.
En viaje al aeropuerto y viendo los
relámpagos, pensaba en que lo razonable sería dar una vuelta de
pista y aterrizar. Pero la vida de ese hombre ahora dependía de
nosotros.
Al llegar al helicóptero todo estaba
preparado y en 10 minutos estábamos volando bajo una lluvia
leve.
Los relámpagos a veces saturaban los visores
nocturnos, pero la ruta parecía estar bien. Solo me preocupaban
los que se veían directamente al frente en nuestra ruta. No se
podía saber si los CB estaban antes o después de mi destino, y
usando los visores nocturnos parecen estar más cerca.
Continuamente consultábamos por
HF
el estado meteorológico del lugar de destino. Parecía estar
bien, pero la realidad era que allí no había nadie calificado
para dar un reporte meteorológico. Había que ir y ver.
El vuelo fue relativamente normal, y
aprovechamos para repasar los procedimientos con la tripulación.
La autonomía no daba para esperar mucho, había que ser rápidos.
Pero
las leyes de Murphy parecían querer cumplirse todas esa noche:
cuando aterrizamos no había nadie. La respuesta a nuestros
desesperados llamados por radio fueron:
-Vamos en
camino.
Concentrado en el indicador de combustible y desoyendo la
advertencia previa, apagué los motores. Simultáneamente le
ordene al mecánico que bajara del helicóptero y echara todo el
combustible que pudiera en los tanques. Todo se dio a la vez.
Cuando subían al paciente al helicóptero estaban cerrando el
tapón de combustible, y yo poniendo en marcha. En el vuelo de
regreso, la situación meteorológica no había cambiado mucho.
-Anduvimos rápido,
dije.
-Como la Mac Laren,
contestó el mecánico de vuelo.
Dios
se acordó de nosotros y nos liberó la ruta de tormentas, y
llegamos a Asmara sin problema.
Después de las fotos de rigor, las felicitaciones y de la
tranquilidad de haber cumplido la misión, volvimos al campamento
y terminamos la película que aun estaba aún en PAUSE.
Ya
sin importarme la lluvia, dejando la radio a un costado y con el
corazón aún latiendo a altas revoluciones, me dije:
-ojalá en la próxima MEDEVAC haya
luna…
FINAL EN ETIOPIA-ERITREA
Hoy, setiembre del 2008, no puedo creer que Naciones Unidas haya
decidido cerrar esta misión. Volví a UNMEE (Misión de ONU en
Etiopia-Eritrea) en febrero y me encuentro con que no hay mas
diálogo entre Eritrea y ONU. En casi 8 años de trabajo de la
Misión no se pudo delimitar esa seca, montañosa y desértica
frontera. Eritrea expulsó a ONU de su país y las tropas
(incluido los Bell 212) se debieron instalar en Etiopía. Ahora
Etiopía no acepta que el organismo internacional los controle
solamente a ellos, mientras Eritrea hace a su voluntad. Estos
últimos movieron tropas dentro de la zona desmilitarizada y
volvieron muy tensa la situación en el área. Para que Naciones
Unidas actúe en un territorio deben de estar de acuerdo las
partes afectadas. Y ya nadie estaba de acuerdo. No queda más que
retirarse.
Los helicópteros uruguayos se quedaron hasta el final por su
importante tarea de MEDEVAC. Poco a poco asistimos a las
despedidas de la gente que hasta hace poco trabajaba con
nosotros. El momento de la partida se acercaba.
Un Antonov 124 se llevó los Bell 212 a Uruguay y ya están allá
esperando su próxima misión. Nuestro hermoso campamento en
Adigrat, Etiopía, se transformó en 17 contenedores marítimos y
ahora navegan hacia la ROU.
El
destino es a veces irónico, un 8 de febrero hace 5 años
comandaba a los primeros uruguayos en pisar estas tierras y hoy,
8 de octubre, también comando los últimos en partir.
Lo
que se siente al partir es imposible describirlo. Gran cantidad
de momentos de miedo, ansiedad, euforia, vuelven en torrente a
la mente. La innumerable cantidad de civiles y militares de
otros países con los que entablamos amistad ya se fueron, con la
nunca cumplida promesa de volvernos a ver. Todos los buenos
momentos vividos quieren pasar por mi memoria a la vez, y por
suerte los malos ya están en el olvido. Antes de subir al
helicóptero MI-8 que nos sacará de aquí, doy una última mirada a
este lugar que fue mi hogar durante 8 meses.
Pensar que nunca más voy a volver por acá. Pero... ¿no dije lo
mismo en el 2004?...
Nunca se sabe.
2010 - Otra vez África
Hoy es mi cumpleaños. Lo debería estar festejando en
mi casa con mi
familia. Pero como siempre en mi vida, las cosas no son como uno
quiere. Y detrás de estos contratiempos siempre esta mi Fuerza
Aérea. Pero en este caso no es para quejarse.
El día amaneció nublado con anuncios de lluvia. Y yo deseaba que
no lloviera, y no precisamente porque estuviera planificando
alguna actividad al aire libre por mi onomástico, sino porque en
la tarde debíamos cargar los dos Bell 212 que se desplegarían a
la Republica Democrática del Congo, en el Antonov 124 que
llegaría esa tarde.
Sí. Otra vez se van estos dos gladiadores
del vuelo en busca de nuevos horizontes para ponerse al servicio de
Naciones Unidas.
Los FAU 030 y 031 conocen el mundo como pocos. Volaron el ferry
de traslado de la Bell Helicopter Textron en EE.UU. a Uruguay en
1980, participaron en nueve campañas antárticas en la isla
Rey Jorge, como parte de la dotación de verano de la Base
Antártica “Gral. Artigas” (1992 a 2001), durante cinco años soportaron
el clima desértico de Eritrea-Etiopia (2003 a 2008), y hoy van a
sobrevolar una de las selvas mas extensa, calurosa y peligrosa
del mundo.
Por designios del destino (y del mando, que siempre esta atrás
de todo), vuelvo a ser el Comandante de este Contingente
(URUAVU). Ya lo
fui en el 2003 en el primer despliegue a Eritrea, lo fui en el
repliegue de Etiopía a Uruguay, y hoy los llevo de regreso a
África.
Por supuesto que llovió. La carga en el gigante ruso la
realizamos bajo una lluvia suave pero constante. Además de los
helicópteros, cargamos 3 camionetas Land Rover, una Toyota,
un tractor,
GPU y cuatro contenedores marítimos. Es impresionante
la cantidad de cosas que pueden entrar en ese avión.
Al día siguiente, a las 9 de la mañana, estaba todo pronto para
partir. Las despedidas de rigor, la prensa, los familiares para
mí quedaban atrás. Mi mente ya estaba en el Congo buscando
respuestas a mil preguntas que aun no tenían respuestas.
No
encuentro palabras para explicar la emoción de la partida.
Quiero llegar ya y comenzar a operar.
El Congo no es desconocido para mí. Fui MILOB (Observador
Militar de Naciones Unidas) en 2005-2006, y mi trabajo
allí fue controlar las Operaciones Aéreas. Conozco la operativa y mucha gente.
Eso me tiene que ayudar. Pero el insertar dos Bell 212 en un
territorio de operaciones de 2 millones y medio de kilómetros cuadrados,
compitiendo con helicópteros como el MI-8, MI-17 y Orix, no será
fácil.
Pero el Bell 212 es una máquina que a pesar de ser de menor
porte que estos monstruos de carga, tiene mejores capacidades en
NVG (visión nocturna), búsqueda y rescate, Medevac
nocturna. Y además están sus pilotos...
Tras la última visión de nuestro querido Escuadrón Aéreo No. 5
despidiéndonos con manos y gorros al aire, subimos al imponente avión.
Algo muy emocionante nos espera.
Julio Aparicio
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