Los Potez XXV contra el Graf Spee:

    los que estuvieron dispuestos  a dar la vida por la patria

El Graf Spee entrando al Puerto de MontevideoCon sus cañones de 11 pulgadas aún cargados, el Graf Spee fondeó en el antepuerto de Montevideo el 13 de diciembre de 1939.  Las urgencias del combate con los barcos ingleses le impidieron siquiera embarcar práctico para introducirse en el canal de acceso al Puerto.

El corsario necesitaba una guarida donde lamerse sus heridas. Treinta muertos e innumerables heridos, además de serios daños en su estructura y en su poder de fuego, le impedían continuar la batalla.

Su llegada desencadenó una sorda pero muy intensa batalla diplomática, de inteligencia y de contrainteligencia.  Los alemanes buscaban tiempo para efectuar las reparaciones necesarias para reponer la capacidad de combate del acorazado, mientras que los ingleses presionaban al gobierno uruguayo para que impusiera a los alemanes el estricto cumplimiento de las normas internacionales que solamente permitían trabajos para alcanzar condiciones de navegabilidad, prohibiendo las reparaciones de los medios de combate durante la permanencia de navíos de guerra en puertos neutrales.

El final del Graf SpeeLos vientos de la guerra soplaron en contra de los alemanes, que engañados por la operación de inteligencia británica, se convencieron de que la salida del Río de la Plata les estaría impedida por las unidades de la flota británica que se estaban reuniendo en la boca del estuario.  Ello determinó la decisión alemana de autodestruir al acorazado de bolsillo, lo que se cumplió el 17 de diciembre, a 4 millas de Punta Yeguas, luego de partir sin aviso del Puerto de Montevideo.

Todas estas circunstancias son muy conocidas, y en cada aniversario de esos acontecimientos se repite el relato de los hechos ocurridos entre los actores principales, los germanos y los ingleses.

Pero en forma paralela a los hechos de la escena que recibía el foco de la atención mundial, gobierno y fuerzas armadas uruguayas vivieron su propio drama.  Como país soberano, el Uruguay debía obligar al acorazado alemán a cumplir con la normas internacionales sobre permanencia en puerto neutral: solamente 72 horas podía durar su estadía y luego debía partir, sin realizar reparaciones en sus armas.

Pero una cosa es decirlo y otra cosa es hacerlo.  El Graf Spee, pese a sus serias averías, mantenía vivo un inmenso poder de fuego, muy superior al que podían enfrentar con alguna probabilidad de éxito los militares uruguayos.  Para dar razón de ello, baste mirar el pequeño inventario de las fuerzas de combate de la Armada y del Ejército uruguayo, incluída la Aeronáutica Militar.

Y sin embargo...

No existe, o al menos no he logrado encontrar, ningún registro histórico que avale lo que voy a contar.  Es extraño, pero la sencillez de los uruguayos, su tradicional ausencia de pompa, también nos ha impedido la conservación de la memoria de hechos que, quizás pequeños en la dimensión mundial de aquellos acontecimientos, son inmensos para la escala humana e individual de los aviadores uruguayos protagonistas.

En 1964, el entonces Gral. Oscar Gestido le testimonia a Sir Eugen Millington Drake para su libro "El drama del Graf Spee y la Batalla del Río de la Plata", su visión de la participación en los hechos de la Aviación Militar uruguaya:

Se me solicitan unas líneas con respecto a la intervención que me cupo durante los acontecimientos que siguieron a la Batalla de Punta del Este, desde el cargo que desempeñaba, de Director General de Aeronáutica Militar.  Ese cargo significaba, para mayor claridad, la Jefatura de la Aviación Militar.

La Aviación Militar de ese entonces, es necesario decir que no muy poderosa, estaba, en relación con su material, en condiciones de ser utilizada al máximo.

Potez XXV A.2 T.O.E.Sus aviones de "Observación y Bombardeo Liviano", los Potez XXV, estaban equipados con lanzabombas para pesos variados, buenas miras de bombardeo para la época, por ser secretas las más modernas. Máxima autonomía para ese tipo, utilizado en Francia fuera de la metrópoli, y una velocidad aceptable.

Aún los aviones de instrucción, utilizados para escuela, habían sido adquiridos con un criterio de utilización muy eficiente.  Todos los aviones escuela, y creemos que debía ser una solución casi unánime en el mundo, fueron adquiridos con lanzabombas de tipo livianos, de tal modo que los clásicos Tiger Moth, con su confiable e interminable motor Gipsy, estaban en condiciones de intervenir.

Con respecto a un enemigo poderoso, si no mataban, herían.

Si no herían, mordían o pellizcaban.

Pero siempre incomodarían.

El personal de la Aviación Militar estaba muy bien entrenado. Volaba con corrección, y conocía su material. Y cumpliría la misión que la República le ordenara, lo ha demostrado, y lo demuestra siempre, el personal de la Aviación Militar.

En esas condiciones materiales, personales, técnicas y anímicas, se produjo la Batalla de Punta del Este y la entrada del Graf Spee al Puerto de Montevideo.  Fue necesario encarar su posible resistencia a acatar lo que las Autoridades de nuestro país decidieran, con referencia al conflicto planteado por su presencia en el Puerto.

En esos días decisivos, fui citado por el entonces Inspector General del Ejército, General Julio A. Roletti, en su domicilio de Gabriel Pereyra, para consultarme sobre la situación, las posibilidades nuestras, y las medidas a tomar.

Su pregunta final fue: ¡ Que se puede hacer !

La respuesta, normal y sin pretensiones, fue simple y clara:

"Podemos hacer todo lo que se puede hacer".

Y el Inspector General dispuso:

"Prepárese y cuando reciba órdenes ejecútelas."

La Aviación Militar está practicamente pronta. Se dieron las órdenes para la misión, que no interesa hoy detallar, y todo estaba listo para entrar en acción.

Las circunstancias dispusieron que no hubiera necesidad de cumplir tal misión, por la voladura del Graf Spee fuera del Puerto de Montevideo.

Aunque no queramos aceptarlo, ya todo esto es historia.  Con héroes verdaderos en ambos bandos, y nosotros sólo testigos.

General Oscar Diego Gestido

 

"Se dieron las órdenes para la misión, que no interesa hoy detallar"...  

"Héroes en ambos bandos y nosotros sólo testigos..."  

¡Qué increíble ejemplo de humildad y sencillez!   El General Gestido en su relato omite lo más importante. Omite la realidad heroica de las órdenes que se impartieron ese día.  Omite hablarnos de la expresión impávida de los aviadores uruguayos al dar un paso al frente cuando se solicitaron voluntarios para cumplir esas órdenes.  Y lo omite porque para él era absolutamente natural ofrendar la vida en el cumplimiento del deber, y entonces no valía la pena mencionar que la orden era cargar los aviones de bombas y estrellarse en el acorazado, porque era la única forma de infligirle algún daño...

Desde niño yo conocía la anécdota de ese paso al frente que dieron muchos pilotos.  No, ese paso al frente no lo dieron todos, lo que enaltece aún más a los que sí lo dieron.

Un buen amigo me cuenta de alguna medalla que se habría otorgado por esa demostración suprema de valor, pero no he podido comprobar que ello haya ocurrido.

La historia oficial ha omitido la constancia de esos sucesos, impidiéndonos el homenaje a sus protagonistas, y también, la exaltación del valor personal y del sentido profundo del cumplimiento del deber, que tanta falta nos hace en estos días...

No me cabe ninguna duda de que al frente de las escuadrillas dispuestas a arrojarse sobre el corsario alemán y a hundirlo, estaría el mismo Gestido.  Para él eso era tan natural como lo era acudir a abrir la puerta de su casa personalmente cuando cualquiera tocaba a ella, aun siendo el mismísimo Presidente de la República. 

Oscar Gestido en un Nieuport, circa 1924Cuando Gestido murió, por supuesto que lo hizo en el cumplimiento del deber, mientras ocupaba la Presidencia de la Nación. No podía ser de otra manera.  Tuve el privilegio de montar guardia a la cabecera de su ataud, honor que por derecho correspondía a los Cadetes de la Escuela Militar de Aeronáutica.  Durante horas vi pasar a todo un pueblo que le rindió homenaje, y también le acompañé durante el largo y tumultuoso trayecto a pié del cortejo funebre hasta su lugar de descanso final.  Estoy orgulloso de ello, porque siento que le pude rendir personalmente el homenaje merecido.

Hoy renuevo mi homenaje al General Gestido, y siento que junto a él, se lo rindo a todos los pilotos que dieron el paso al frente.

Pilotoviejo

(el texto del testimonio del Gral. Gestido fue extraído del libro

"Aportes para la Historia de la Fuerza Aérea Uruguaya",

 del Cnel (PAM) Jaime Meregalli y Sgto.1o. (TE)  Carlos Bernasconi)